¿Qué significa trabajar desde una perspectiva de SINGULARIDAD para Diálogos Para Construir?
Desde el comienzo de nuestra actividad, en Diálogos Para Construir —tanto con la comunidad migrante como con la de acogida—, apostamos por una forma de actuación centrada en el sujeto. En el caso de las personas migrantes la consideración de esa subjetividad se convierte en un tema excepcionalmente relevante. Es fácil confundir la persona que tenemos delante con una imagen estereotipada, dado que la sociedad actual nos induce a aceptar sesgos sin que tengamos conciencia de ello en muchas ocasiones.
Pasar de “sobrevivir” a tener “un proyecto de vida” no es tarea fácil para las personas migrantes; no se trata sólo de resiliencia. No se trata solo de toda la huella que ha dejado el comienzo de su proceso migratorio, sino también de toda la huella que deja el proceso de inserción en una sociedad en la que todo es nuevo y que en principio les trata como extraños. Un lugar del que no se sabe nada y no se entiende nada al llegar, en la mayoría de los casos empezando por algo tan básico como el idioma.
Sabiendo que cada psiquismo es único, nuestra propuesta es aprender a trabajar desde una mirada singular, tomando conciencia que cada persona se ha construido de forma diferente y que, probablemente, nuestra mirada no atenta nos esté llevando a caer en lugares comunes que no son otra cosa que construcciones aprendidas.
¿Cómo hacer para comprender la Singularidad?
Las personas que decidimos trabajar con la comunidad migrante, aunque tengamos siempre presente conceptos como “integración”, “inclusión”, “igualdad”, “trato personalizado”, etc; la experiencia nos dice que, más veces de las que quisiéramos, nos dejamos llevar por la corriente dominante. Por eso consideramos importante reforzar y vivir estos conceptos.
La primera condición sería aceptar la dificultad cultural y personal para ponernos en el lugar de una persona de otra cultura que, además, muy probablemente haya sufrido un trauma. En otras palabras, aceptar que, a pesar de las buenas intenciones, les estamos mirando con nuestros ojos occidentales de un llamado “primer mundo”. Hay mucho escrito sobre conceptos como “interculturalidad” y no es éste el lugar para ahondar en esto. No obstante, nos parece oportuno comentar acerca de distintas formas de mirar, de relacionarnos.
Desde una óptica monocultural actuamos como si sólo hubiese una cultura —la nuestra— que por lo tanto es la única y por ende nos impide ver al Otro. Desde una perspectiva etnocéntrica sí vemos la otra cultura, pero desde nuestras coordenadas; es aquí donde empieza el “ellos y nosotros”, y donde, por tanto, empiezan los conflictos. Más desarrollada está la mirada desde el concepto, ya mencionado —y polisémico donde los haya—, de la interculturalidad. Se podría resumir diciendo que aquí las diferencias se toleran en tanto supongan un progreso. Las creencias tradicionales no se valoran. Se trata de avanzar, el cambio es bueno, y la identidad personal y la autoestima se fundamentan en hacer cambios, algo que pensamos puede generar mucha presión adaptativa.
Pero hay otro tipo de relación que atraviesa las diferencias culturales. No nos atrevemos a llamar a esto transculturalidad, hay mucha confusión con este concepto. Pero sí podemos decir que se trata de esa relación de singularidad, que por el hecho de apreciar tanto las diferencias como las similitudes, requiere de un compromiso para coordinar significado compartido con las otras personas, “las Otras”, más allá del progreso y del cambio. Incluyendo tanto la existencia única de la otra persona como la propia, una óptica así genera un espacio en el que diferentes tipos de seres humanos coexisten en relación en un mismo mundo.
En Diálogos Para Construir pensamos que la forma de aproximarnos a las personas migrantes con las que trabajamos es conveniente que sea desde una MIRADA SINGULAR en los términos que acabamos de definir. Un enfoque en el deben coexistir elementos que pudieran parecer paradójicos. Por lo tanto, la capacidad para identificar, asumir y convivir con la complejidad nos parece un tema primordial para tener en cuenta.
A nivel personal se requiere una voluntad de apertura que hará peligrar nuestra sensación de individualidad en el seno de una relación/comunicación. Se precisará de un equilibrio en la tensión generada entre el sostener nuestras creencias y valores y el abrirnos a las creencias y valores de las otras personas a la vez.
Trabajar la singularidad implicaría ser capaces de comprender todas estas cosas e identificar las distintas manifestaciones en cada persona migrante acompañada. ¡Tenemos el convencimiento de que adquirir OTRA FORMA DE MIRAR es posible! En Diálogos Para Construir apostamos por seguir aprendiendo, y poner este enfoque en práctica en todas nuestras relaciones.